El funcionamiento real de la cuenca difiere ligeramente del que tendría en base al estado de demandas teóricas y concesionales.
Es evidente que la variabilidad de las disponibilidades de recurso, motivadas principalmente por la irregularidad climática hacen que, en algunos casos, los suministros reales estén por debajo de las necesidades teóricas (demandas) y por otro de los requerimientos concesionales. En la cuenca se da también el caso contrario, es decir que en algunos casos el suministro real excede de las necesidades teóricas o de los requerimientos concesionales.
El seguimiento del funcionamiento real de la cuenca nos dice que en la situación actual se pueden atender, con garantía elevada, para regadíos, es decir, para aguas de verano, unos suministros de 6700 Hm3. Se pueden atender además las necesidades de abastecimientos urbanos y ganaderos de unos 400 Hm3. Además en la desembocadura del río se suministra de forma garantizada a un mínimo de 88 m3/sg. Es decir, unos 2770 Hm3/año.
Existen déficits estructurales significativos en la margen derecha, en las cuencas que van desde el Huecha al Matarraña, En la margen izquierda la situación de déficit es estructural para el canal de Aragón y Cataluña, y ocasional en el sistema de Urgell, y en el resto de los grandes regadíos.
Tal como se ha citado anteriormente, existen también aprovechamientos que toman más de la que teóricamente necesitan. Estos aprovechamientos funcionan, por circunstancias técnicas y administrativas diversas, con un grado de eficiencia bajo. La baja eficiencia de aprovechamientos individuales coexiste con una alta eficiencia del conjunto del sistema con aprovechamientos en cascada. En definitiva, las aguas que sobran de un aprovechamiento poco eficiente son reutilizadas por el siguiente, con lo que la eficiencia conjunta mejora sensiblemente. Es evidente que en caso de que no existiera este retorno, debería proporcionarse al segundo aprovechamiento agua regulada en un embalse. Por ello la mejora de la eficiencia individual no crea un nuevo recurso, por consiguiente no permite, en general, reducir las necesidades de regulación. Ahora bien, la mejora de la eficiencia tiene gran interés desde el punto de vista de la mejora de la calidad ya que los retornos de los sistemas tienen la calidad más deteriorada Los trabajos llevados a cabo indican que la eficiencia global conjunta de los aprovechamientos consuntivos de la cuenca es del 70%.
El resultado del balance reales entre los recursos y consumos de la cuenca se mide en la estación de aforos de Tortosa, aguas abajo de la cual ya no existen aprovechamientos significativos. En el gráfico siguiente se observa que en esta estación se han medido aportaciones que van desde los 4.283 Hm3 en el año 1989/90 hasta los 22.540 en el año 1960/61, con una medida de unos 12.500 Hm3.
Como puede observarse esta cifra es diferente de las aportaciones que se estiman al régimen natural. La diferencia estriba en el agua que se evapora como consecuencia de los aprovechamientos de la cuenca, evaporaciones en embalses y trasvases a otras cuencas. Las escorrentías que van directamente al mar sin pasar por el eje del Ebro, superficial o subterráneamente tienen poca importancia en la cuenca.
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